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ESTAMOS HECHOS DE METAL

Zonya Cutzio

Zonya Cutzio

Hay una parte de mi vida que es muy especial y que casi nunca comparto a pesar de que sea muy obvia, y es mi relación con la música. Puedo parecer una niña ridícula escribiendo cosas románticas para algo y no para alguien, pero es que la música me ha marcado de una manera enorme, tal como lo hace el primer amor o la muerte de alguien cercano. Hay un antes y un después en mi existencia, y mi vida cambió cuando comencé a disfrutar de ella con una melodía de fondo. Tenía once años. Era una mañana normal cuando me preparaba para ir a la secundaria, ya casi eran vacaciones. Mientras desayunaba, encendí el televisor, era la época en la que aún pasaban música en MTV; aunque en realidad fue VH1 el responsable de que sea quien soy hoy en día.  Pasó el video de “One” de Metallica, y fue como si algo dentro de mi pequeña cabeza se hubiera movido o despertado. Nunca había escuchado algo parecido y quedé encantada. A pesar de que en mi infancia me la pasaba cantando canciones de The Beatles para los festivales o actividades de la escuela, el escuchar algo más pesado y rápido me hizo sentir que había encontrado lo que me faltaba. Ese día fui a la escuela con esa canción sonando en mi mente, no me la podía sacar hasta que regresé a casa y decidí indagar más al respecto, yo no me podía quedar así. Fue desde aquel entonces que, sin planearlo, me metí en algo de lo que no creo poder salir nunca, y es que considero que ni las drogas causan tanta adicción como la buena música, a parte de ser mucho más sana y llenar el alma.

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Creo que la música es un pozo sin fondo, un pozo en el que puedes chocar con infinidad de cosas, ya sean buenas o malas, porque así como hay excelentes músicos y creaciones de otro mundo, hay otras bastante deficientes, por así llamarlas. Porque más allá de que cada persona tenga gustos diferentes, hay cosas que simplemente van más allá de un error.  Me he puesto a pensar en qué pasaba por la mente de aquellos maestros al crear sonidos o letras tan sensacionales, quizá algunos no imaginaban que llegarían tan lejos o que sus canciones encenderían el alma de miles de espectadores en un concierto suyo. Quizá no sabían lo que hacían, y es que las mejores cosas pasan cuando uno no espera nada.

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Con el pasar de los años hallé miles de cosas atractivas en ese pozo infinito, y otras no tanto. Muchas siguen acompañándome hoy en día y otras se han quedado en el camino. Algunas más están guardadas en un baúl que abro de vez en cuando.  Y es que yo no podría catalogarme a mí misma como “metalera”, porque en realidad la música es muy diversa y maravillosa como para encasillarte en algo, te pierdes de muchas cosas cuando te niegas a ver más allá, pero sí podría atreverme a decir que estoy hecha de metal. A través de mi vida y las situaciones en las que me he visto envuelta siempre ha habido música de por medio. Aerosmith para desgarrar más el tejido de un corazón roto, Def Leppard para los momentos románticos o pasionales,  Motörhead para una noche de perdición con whisky y Pink Floyd para un viaje hacia el interior. Y lo maravilloso de la música es que siempre hay algo para toda ocasión y para acompañar cada sentimiento que te persiga en ese momento.

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Considero que la música tiene distintas formas en las que puedes interactuar con ella y ser partícipe de la magia. La primera es creando música, y es que un músico no es el que toca un instrumento, porque casi cualquier persona podría hacerlo. Un músico es aquel que es capaz de transmitir algo usando instrumentos, porque hay miles de canciones con buen ritmo pero están vacías, hay algo que les falta. Y no todas las personas son capaces de darle vida a los acordes. La siguiente es a la que pertenezco, a apreciar la música. Sentirla, vivirla, emocionarte cuando suena tu canción preferida en la radio, pasar horas tumbado en la cama prestando atención a cada acorde, compartir bandas nuevas con tu círculo de amigos; apreciarla, no sólo oírla. Y mi favorita: la música en vivo. Una de las sensaciones más placenteras de este mundo es poder tener enfrente a tus ídolos recreando esas canciones que tanto te fascinan. No puedo evitar sentir un nudo en la garganta cuando las luces se apagan y todos los presentes gritamos al unísono, porque sabemos que están a punto de aparecer nuestros héroes. Aquellos que con su música nos han salvado o nos han impulsado a ser o hacer algo de lo que no nos creíamos capaces. A mí me llena de alegría el ver cuánta gente es capaz de reunir la música. Tantas personas juntas en un solo lugar por una razón en común, porque la música es capaz de romper barreras, de unir a la gente. Gracias a mis preferencias musicales he conocido a muchísima gente muy especial para mí, y es muy grato poder compartir tu pasión con alguien más. He de confesar que me gustaría que los conciertos no tuvieran fin, aunque suene egoísta. Pero me gustaría aún más que mis héroes tampoco tuvieran fin. A algunas personas puede parecerles ridículo cuando llegan a escuchar noticias sobre fans que se suicidan cuando sus ídolos mueren o sus bandas se separan, y a estas alturas la idea ya no me parece tan descabellada. No hay qué ser extremistas, y en eso estoy muy de acuerdo. Pero es imposible no hacerlos parte de ti, sentir como si fueran tus amigos, tu familia, aunque no los conozcas tan de cerca, pero al menos yo no siento que sea necesario un acercamiento más íntimo para estimarlos de una manera enorme, aunque sería fenomenal.

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Tras escarbar entre tantos recuerdos, sentimientos y experiencias, sólo puedo concluir que la música es una parte indispensable en mis días, que no volví a ser la misma desde aquel día en que tuve mi primer acercamiento con el metal, que más allá de ser un género musical es un estilo de vida. Una forma de vivir que, aquellos que la hemos elegido, estoy segura de que no nos arrepentiremos jamás.

Banda: Metallica
Género: Heavy/Thrash Metal 
Canción: All nightmare long

Ser infinito

ESPACIO CULTURAL

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