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Quijotadas Literarias

¿POR QUÉ HACEMOS QUIJOTADAS?

Según los entes reguladores que para mí van más allá de REA (Real Academia de la lengua española), una quijotada es un acto desinteresado, una acción que define a un ser que no pide nada a cambio, el cual su propia nobleza lo impulsa a realizar dichas acciones para un bien común. No sé qué tan desinteresado o heroico sea el contenido de esta columna que cada dos meses se mete en el contenido de este maravilloso proyecto que es La Casilla Ahumada. Por mi parte creo en la nobleza de los hombres y mujeres que hacen de un espacio pluralista y enfocado al arte y la cultura, un punto de encuentro de muchas personas que, por vocación propia, buscan poner estos temas en discusión. La seguidilla de temas que he tratado humildemente de exponer en esta columna han sido simples pensamientos y opiniones que permiten unos minutos de esparcimiento, información o controversia. Somos seres que pasan por la vida y se nos dan posibilidades de hacer algo por nosotros mismos y por los demás, con la intención de aprovechar la libertad que las letras y el mundo virtual nos da para dejarle a alguien un poco de nuestra propia esencia. No importa que tan conocidos lleguemos a ser, que tantas almas lleguemos a tocar o que cantidad de disgustos y desacuerdos produzcamos en aquellos que nos leen. Lo importante es buscar una perspectiva, un punto de vista, un aporte a la memoria.

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Cuando se me presentó esta oportunidad fue una gran sorpresa. La libertad de hablar sobre temas que a mi parecer han sido relevantes, así como abordar los enfoques que la revista ha tenido para sus números han sido un reto. Crear una columna desde la nada y permitirme el maravilloso gusto de tomar datos y retomar citas de libros y acontecimientos me han hecho muy feliz, más allá cuando dichos temas se encajan con mis gustos y mis afectos como ha sido en la mayoría de las columnas escritas por mí para este medio.

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Lo que se hace con ganas, disciplina e iniciativa, son factores que definen a una persona, a un artista, a un ser humano. Nosotros los que somos anónimos, infranqueables en nuestros pensamientos y amantes de la verdad lejana de los dogmas y las limitantes condiciones del activismo político o religioso, podemos hacer de nuestros textos una luz que permita dar a otros una forma de ver el mundo con otros ojos. Y más allá de este profundo e inconmensurable argumento, podemos decir que escribimos lo que se nos da la gana con el modo y forma que nos divierte y nos hace sentir felices y satisfechos.

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Ahora voy a permitirme este último párrafo para decir que todo lo que se han encontrado y se encontrarán en esta columna es y será el divertimento de un escritor en entrenamiento, que considera que las columnas, como los ensayos y los mismos libros, son el ejercicio diario y el placer mundano de los que amamos las letras y que objetivamente es un placer que me genera satisfacción y felicidad. Sin importar cuales sean las reacciones o cuantos seres humanos se topan con los párrafos y los leen completos. No soy más que un adicto a decir lo que se me da la gana con la venia del editor. Y no complejizo más este ensayo para no alargarme en algo tan simple como lo es decir GRACIAS. Gracias a los que hacen de esta revista un faro de cultura en nuestra sufrida América. Gracias por dejarnos compartir a varios hombres y mujeres de diferentes nacionalidades nuestros pensamientos y opiniones y, ante todo, permitirnos el ser una unidad abanderando nuestra lengua y nuestro legado histórico en común. Y cómo olvidar ese número que dedicaron a mi obra y que me permitió mostrar un poquito de lo que ha sido mi corta, pero fructífera carrera en la quijotada de ser escritor de ficción. Eso me hizo más feliz que nada en este periodo de mi vida. Por hoy no hay nada más que decir. Remítanme sus inquietudes a darbass@hotmail.com. Me encantaría tener devolución de éstas y otras columnas para seguir creciendo.

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¡FELIZ ANIVERSARIO Y SIGAN ESCRIBIENDO!!!

HEAVY METAL WORDS

De la influencia de la literatura en el Heavy Metal.

 

Era 1840 cuando el oscuro y para algunos, perturbado escritor Edgar Allan Poe fallecía en la pobreza en Baltimore (EEUU). El genial pero atormentado escritor había dado la pauta para lo que sería la cultura popular del siglo XIX hasta nuestros días. Una manera de ver la vida desde las sombras. Donde la muerte y los pecados asechaban por oscuros callejones que adornaron una nueva manera de ver el mundo en sí.

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Ya Dante había visto esta oscuridad del corazón humano, pero Poe lo había hecho realmente visceral y trascendente. Aquellas historias que  conoceríamos en sus “narraciones extraordinarias”, (aquella recopilación que nos trajo Cortázar al traducirla en nuestro idioma), serían las lecturas obligadas de aquellos jóvenes que vivían con la necesidad de expresar de igual manera la perversidad y la oscuridad implícita en nuestros corazones, llevando a la revolución del rock más allá de ser transgresor del orden social y transformándolo en una verdadera expresión de todo aquello que por siglos, la parte ritualista que nos hace humanos, conservaba como tabú. El medioevo con sus mitos, leyendas y secretos, impulsó esta forma de creación que se enriqueció con las metáforas de Blake y de Baudelaire. El “demonio” medieval había renacido como el transgresor y las voces de ultratumba y los espíritus que reclaman justicia tenían nuevamente voz. Pero esta vez serían rugidos de estridentes guitarras, bajos continuos penetrantes, percusiones demoledoras y voces que llegarían a estar tan cerca a las angelicales tonadas de la música sacra que, como Lucifer, sería tan contrario y tan cercano a lo sagrado, que sería condenado al infierno del señalamiento y el chivo expiatorio de múltiples males que aquejaron a la juventud en las últimas tres décadas del siglo XX.

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Pero la ignorancia de los que abrazan la fe ciega, no ha evitado que esta riquísima expresión musical creciera más allá del tiempo y la moda. El Heavy Metal es hijo del expresionismo, en la literatura, nieto de la música gótica y de Bach, bisnieto de Dante y más cercano el más preciado hijo de las letras de los poetas malditos.

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Cómo no apreciar aquellas letras salidas de los mismos oscuros callejones de los barrios bajos de las ciudades americanas e inglesas, que traían de nuevo al discurso, los seres que atormentaban a los niños, los demonios que hipnotizan y los grandes males de la guerra, la crueldad y la sangre derramada sin sentido, desde que Ozzy Osbourne fue más allá con Black Sabbath, una obvia referencia a todo lo que explicamos anteriormente.

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Cómo no sentir entre las sombras de la habitación a aquel “Sandman”, el tormento de los niños antes de dormir, que James Hetfield describe mientras el riff de su guitarra acompaña la oración de un niño pidiendo que, si muriera hoy, su alma se fuera en paz.  Cómo no sentir el dolor de un hombre en medio de un sendero oscuro que lo lleva a lo desconocido mientras Steve Harris con sus cuatro cuerdas y su doncella de hierro (Iron Maiden) nos llevan a sentir ese miedo a la oscuridad (Fear of the dark) o el dolor de la muerte y la belleza de la vida, esa dualidad que hacen la obra maestra del rock que se resume en una figura tan literaria y hermosa como lo es una lluvia en noviembre, interpretada por Guns N´Roses. Y así podríamos continuar con Queen y la belleza de la música encarnada en la voz del inmortal Freddy Mercury, el mismo que luchó por la igualdad de género y el derecho a amar a quien se quiera sin importar quien sea. A Kiss y sus mutaciones, siempre haciendo de su propia música una combinación de ternura y sadismo para los no entendidos. Del Glam del brillante Dee Snider y sus Twisted Sisters, quien además defendió ante las cortes de los Estados Unidos el derecho de expresión del Heavy Metal, al cual se le querían infundir culpabilidades por suicidios y asesinatos cometidos por jovencitos que fueron olvidados por la misma sociedad que el rock se ha encargado de desenmascarar. Podría continuar horas y horas describiendo a todas y cada una de mis bandas favoritas y su aporte a la cultura y a mi vida como lector, músico y ser humano. Pero la riqueza de este movimiento cultural que ya pasó como novedad, se ha convertido en los fundamentos de los nuevos movimientos musicales que llevan a los jóvenes a revelarse contra lo establecido, aunque ahora de una manera más comercial y pausada. Pero, aun así, es y será inmortal.

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Los invito lectores a que sigan disfrutando de las extraordinarias letras y magistrales interpretaciones de estas maravillosas bandas y que no olviden que sin los hermanos Grimm, sin Dante, sin Baudelaire, sin Dostoievski, sin William Blake y sin Edgar Allan Poe no habría Heavy Metal; porque así les duela a muchos, este conjunto de hombres y mujeres que construyeron este movimiento, pueden llegar a ser de los artistas más cultos de la historia de la música popular.

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Termino esta quijotada diciéndoles que la verdadera esencia de los artistas es transgredir con su arte para dejar una huella, abrir los ojos a otras formas de ver el mundo y rescatar todo aquello que la historia y la memoria colectiva ha dejado atrás y recrearlo para hacer algo nuevo y mejor. Por eso es que amo el Heavy Metal y todas sus corrientes y expresiones. Porque el demonio es demonio no por hacer el “mal”, simplemente no quiso hacer lo que se le mandaba, tuvo iniciativa y conciencia de hacer lo que se le vino en gana. Porque la vida es una y si ser rebelde nos hace escribir como Poe, tocar la guitarra como Steve Vai o pintar como Dalí, prefiero ser excomulgado ya mismo y hacer de mi vida una extraordinaria canción.

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Es todo por hoy y como siempre, sigan escribiendo.

DE ESCRITORES Y EDITORIALES...

Era por allá el año 1966 cuando un endeudado García Márquez mandaba por pedazos el manuscrito de "Cien Años de Soledad" a su editorial, porque la plata no le alcanzaba para enviarla completa. Mucho hay de mito sobre las editoriales que no la leyeron y la rechazaron, de otras que le pedían cambios y al final, Buenos Aires, la que es la casa de su servidor que les habla, fue la ciudad que vio nacer a la gran obra del siglo XX en las manos de la Editorial Suramericana. Después de pasar por los ojos de Vargas Llosa o Cortázar, aquella editorial le mandó un adelanto de dinero al gran Gabo, pidiéndole con urgencia mandar la segunda parte, porque todos estaban muertos de la ansiedad de saber qué pasaba en Macondo con los Buendía. A Gabo según su autobiografía “Vivir para contarla” (2002) le importaba más tener con que pagar los meses de renta atrasados y desempeñar el televisor y la plancha.

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El escritor es la materia prima del negocio literario, la editorial es la encargada de llevar ese material y lanzarlo al mundo. Para la mente del escritor neonato, a veces le resulta difícil entender, cómo un proceso tan desnaturalizado que implica volver su obra un producto, puede ser correcto en términos artísticos. La respuesta es simple. El arte es trabajo también y de él se tiene que vivir y asimismo el sólo hecho de publicar te hace parte de esa maquinaria económica que de alguna manera es la causante de cumplir los sueños de muchos escritores.

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En pleno siglo XXI el libro es el único artefacto que ha sobrevivido al desarrollo tecnológico. Los nuevos escritores se debaten entre la inversión de ver sus libros en las librerías o llegar a sus lectores por medio de blogs o páginas que dan gratis los contenidos que han sido donados por sus propios autores, para sentir que no se “vendieron” a la maquinaria comercial. Por mi parte soy radical al decir que escritor es el que publica, el que tiene sobre sus hombros la capacidad de hacer valer su trabajo en beneficios económicos, porque simplemente pensar que se hace arte por el arte, rompe con el ideal de crear para construir una vida, una trayectoria, una carrera y darle a su familia una vida mejor. Escribir es trabajo y ese trabajo debe ser pago.

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Pensemos por un momento en los grandes maestros de cualquier expresión artística. Los renacentistas en su mayoría, si no todos, tenían mecenas. Personas que les daban un salario para que pudieran trabajar en sus talleres y proporcionaban pagos por encargo. Miguel Ángel, por ejemplo, recibió 2.990 ducados por pintar La Capilla Sixtina. Mozart componía cada ópera, misa de réquiem y presentación por valores astronómicos para la época. Y qué decir del Caravaggio que terminaba a los golpes cobrando por su trabajo o a los grandes escritores como Edgar Allan Poe, que trataban con timadores para acceder a sus ganancias al publicar sus cuentos. De ahí le digo a usted bloguero, escritor de libros digitales que no cobra una moneda, le pedimos que no se auto denomine escritor. El artista verdadero cobra su tiempo, materiales y esfuerzo.

 

Ahora vamos al tema que nos atañe: Lo bueno y lo malo de las editoriales. El negocio de editar es simple. Encontrar un autor, editar su libro, venderlo, cobrar la edición, manejar propiedad de derechos y darle al autor un porcentaje por su obra. Muchos argumentan que la usura es parte de su treta. Yo le veo el lado positivo. Las editoriales apuestan por los nuevos escritores, invierten, y usted si es bueno, va a recibir dinero cada año sin parar por un trabajo que hizo una vez en la vida. Esa perspectiva no la ven los nuevos “escritores” del mundo digital. Si usted escribe con la dedicación y el esfuerzo de escritor serio, va a publicar más y va a hacer más dinero cada vez. ¿Injusto? No lo creo.

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La editorial tiene esa difícil tarea de aterrizar a los incautos, que su ego no les deja ver la verdadera calidad de su trabajo, brinda posibilidades de hacer de su obra un producto de consumo. (Qué horrible suena eso). Pues el arte entre el siglo XV a la actualidad es eso. Producto de consumo. Lo primero que se vendió en la historia fuera de los artículos de primera necesidad, fue una obra de arte, una canción, un libro. Es por esto que el escritor profesional sabe de la importancia de ser publicado. Sumémosle a todo esto, la posibilidad de estar apoyado y acompañado por otros profesionales como diseñadores gráficos que hacen las portadas y le aportan ese lado visual al libro, los editores que emplean su conocimiento para darle mayor calidad a su obra, los correctores que se encargan de ponerle orden al caos que resulta escribir con pasión y olvidar las reglas gramaticales y una que otra coma, tilde o punto.  Cabe aclarar que esto se mejora con la práctica, pero hasta Gabo dijo una vez, que sin los correctores él tendría que dedicarse a otra cosa por su pésima ortografía.

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Obviamente la editorial al ser negocio se maneja a su manera, hay unas que hacen libros de manera irresponsable y en forma masiva. Como dicen en Argentina: “hacen pizzas”, éstas son en la mayoría de los casos, aquellas que le cobran al autor el costo total de la producción de su obra. En otro extremo están aquellas que viven con la ilusión de hacer un mundo mejor y exigen que su obra tenga todas las características de ser parte del movimiento “indie” y le piden una módica suma que se resume en pocos ejemplares y son vendidos en espacios donde es casi imposible tener un público masivo que los compre. Una buena editorial te cumple los sueños, te deja claro todo, te edita con amor, te promociona con ganas y no te promete el cielo y la tierra, pero si te hace iniciar un camino de éxito, si como equipo se equilibran las responsabilidades.

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La fuerza del verdadero escritor está en no dejarse apabullar, hacer respetar su obra y sobresalir de tal manera, que sean sí mismos quienes salgan adelante acompañados por una empresa que los respete y valore. Ser estratega y negociante no les quita lo artista.

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Esta Quijotada está escrita con esa intención: Decirles a los escritores que valoren su trabajo económicamente, que éste es un oficio y una profesión que exige sacrificio y un desarrollo continuo de contenidos si se quiere vivir de él. Que busquen una buena editorial que se acomode a sus expectativas. Que no hagan de su arte una moneda que se regala. Que cueste y les dé una vida mejor.  Nosotros vivimos de la literatura, las editoriales viven de nosotros. En ese caso búscate un socio, un amigo, un cómplice. Que eso sea la editorial para vos.

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Después sólo queda esperar y seguir escribiendo. Porque ya es una peripecia escribir, fuera de eso escribir bien y después esperar que te compren. Vale la pena. Y si eres idealista, pues no te queda otra más que aprovecharte del sistema y ser feliz, en vez de desplazarte a los regalados digitales y quedar en el olvido. Si Gabo empeñó la plancha para poder ser Premio Nobel de Literatura, creo que las circunstancias hablan por sí solas.

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Saludos en este nuevo año y nos vemos la próxima con otra Quijotada que tiene como tema uno de mis grandes amores: El Heavy Metal. Sigan escribiendo.

LA HISTORIA COMO INFLUENCIA DE LA FICCIÓN

(LA HISTORIA PARA LA LITERATURA 2)

Desde Aristóteles y la poética, se han construido una serie de pautas para la construcción de un buen relato. Desde el origen de las leyendas, mitos, o tradiciones orales que contemplan hechos, personajes, situaciones adversas y la lucha por superarlas; podemos entender de donde proviene el maravilloso arte de la literatura. Todo lo que la historia de la humanidad ha experimentado y registrado se ha convertido en la base de relatos fantásticos, que en nuestro caso abordan las grandes historias que leemos a diario. En la anterior columna hablamos de cómo la ficción podía ser una manera viable para complementar el estudio de la historia y cómo los hechos históricos eran usados por autores para contar específicamente la realidad por medio de elementos narrativos construidos, personajes ficticios que contemplan los hechos, y en otros casos, historias ficticias que se enmarcan en contextos reales y hechos verídicos. A esto le llamamos la “ficción histórica”.

 

En este caso haremos lo contrario: nos adentramos a las obras que han sido influenciadas por eventos históricos y cómo sus acontecimientos se representan en otros contextos y personajes, casi todos ellos fantásticos y repletos de magia y mundos ideales.

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Quiero dar algunos ejemplos, todo con el fin de incentivar a aquellos nuevos escritores que sienten que la musa de la inspiración los abandona. La historia para mí como escritor, es una mina de ideas, una fuente inagotable de personajes, personalidades, peripecias y motivaciones que pueden ser transportadas a otros espacios y ser moldeadas a las necesidades de nuestras propias creaciones. 

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Comencemos por el cómo hacerlo: los grandes autores de historias fantásticas han explicado que, sin sus experiencias de vida, trabajo académico y curiosidad intelectual, no habrían podido hacer sus obras. No me remitiré a los tiempos de la literatura clásica, donde la historia y la ficción están entremezcladas en grandes relatos como La Iliada y la Odisea, donde aún se debate que fue real y que no.

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Voy a ir directamente a ejemplos que me han llenado de gozo al leerlos o verlos en otros medios como el cine y la televisión (de calidad) o incluso en los comics. 

 

Drácula del autor Bram Stocker (1897) es una historia universal que ha influido en millones de productos literarios, desde el mismo personaje narrado en las páginas del autor, hasta dramas adolescentes de vampiros enamorados e insufribles que venden millones de copias y merchandising para adolescentes. Sin embargo, la investigación de Stocker sobre la caída del imperio romano de oriente que varios siglos posteriores dieron origen al imperio otomano y a su necesidad de expandirse, produjo el nacimiento de la leyenda de un valiente y sanguinario príncipe: Vlad Tepes “El empalador” quien reinó por varios periodos el reino de Valaquia (actual Rumania) y defendió sus tierras de manera implacable a pesar de ser apresado en varias ocasiones, persistió en la lucha por la libertad de su pueblo. Su leyenda tuvo tintes macabros al adjudicársele miles de muertes por empalamiento y es fácil encontrar en la web aquel grabado del siglo XIII donde se le ve disfrutando de una cena al aire libre mientras centenares de sus enemigos se desangraban en agonía empalados en el mismo jardín donde disfrutaba de un espléndido corte de carne y una botella de vino.  Stocker al ver aquella imagen dedujo que el vino era sangre y que aquel sacrificio de almas eran producto de un hombre alcanzado por la tragedia quien había vendido su alma al diablo para poder encontrar el alma reencarnada de su amada esposa. Tepes murió bajo la espada de los Turcos en 1476 pero su nombre de pila Vlad Dracul Tepes, terminaría siendo parte de la cultura popular al convertirse en el personaje más temido en la cultura de occidente, llegando a tener referentes similares en otras culturas, descubiertos a partir del nacimiento de esta leyenda.

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Yendo más cerca de nuestros días, podemos hablar de J.R. Tolkien, un hombre nacido en tierra sudafricana a finales del siglo XIX quien se interesó por la historia, la lingüística, la filología y la literatura. Su paso por las trincheras de la primera guerra mundial y el intenso estudio de las mitologías nórdicas, dio paso a empezar a concebir un universo complejo y estructurado en la diversidad racial. Fue crítico de la guerra en esencia sin diferenciar a quienes representaba cada bandera. Muchos han caído en el facilismo de comparar “El Señor de los Anillos” con la segunda guerra mundial, a sabiendas que aquellos estandartes de la libertad según Tolkien también se comportaban como Orcos. Hitler no era Sauron. El mal que combaten los hombres, elfos, enanos y demás criaturas de la luz en la inmensa mitología creada por "El Señor de los Anillos" nos representan a todos aquellos que somos víctimas de la locura de la guerra y a los guerreros que no tienen alternativa y no quieren entrar en batalla. Los personajes que Tolkien representa en esta increíble saga, son el reflejo de su trauma en las trincheras y la desazón de ver a la raza humana destruirse por ambición. Es por esto que los héroes reales son aquellos que viven en la tranquilidad de la comarca y se ven como niños a nuestros ojos. La lucha en el interior de Tolkien era la de la paz y la tolerancia en contra de la guerra y la ambición. Es importante recalcar que su trabajo como académico le permitió tomar imágenes y representaciones de los seres fantásticos de la tradición nórdica y transformarlos en sus personajes. La influencia del cantar de los nibelungos es muy importante en su obra, y esto le costó acusaciones de racismo y acercamiento a los Nazis debido a que estas mismas historias eran las que descabelladamente, Hitler usó como base mitológica para la locura desatada en Europa en la segunda guerra.  Siempre su obra será recordada como la lucha del bien y del mal. Y es esa búsqueda de encontrarle respuestas a la crueldad humana lo que le llevó a hacer al inocente Hobbit, al oscuro Señor de los Anillos y a dejar un legado mitológico en el Silmarillion y otros relatos de la tierra media, que con la misma premisa intenta buscar respuestas a sus propias preocupaciones y angustias.

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El tercer ejemplo que quise poner a consideración de los lectores es sin duda el fenómeno más importante en lo que a literatura fantástica se refiere. La Canción de Hielo y Fuego, con su interminable emoción y giros dramáticos, podríamos analizarlo desde muchos aspectos. Para mí su cercanía con la realidad cruda del mundo en que vivimos es el mayor acierto. Todos mueren, no importa quienes somos, que representamos y cuan importantes e influyentes somos para nuestro entorno. No puedo alejarme de la idea de leer la muerte de Ned Stark y remitirme al asesinato de Kennedy. Personalmente esta saga refleja el verdadero sentido de la fragilidad humana y asimismo la capacidad de enfrentarse a la adversidad.

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Desde las influencias históricas está más que comprobado que la lucha entre los Lannister y los Stark está basada en un periodo sangriento de la historia del imperio británico llamado “ La Guerra de las Dos Rosas” donde dos familias: Lancaster y York se enfrascaron en una guerra civil en el siglo XV la cual trajo casi 50 años de guerra entre terratenientes y nobles de las de casas, donde la ambición de los hijos de la casa de Plantagent trajo desolación y muerte hasta el tratado de paz que dejó a la casa de Tudor, descendiente de la unión  de Enrique VII descendiente de la familia Lancaster e Isabel de York, con el poder y así darle un final a este conflicto que dejó innumerables historias y personajes que nuestro querido George R. R. Martin y su amplio despliegue investigativo al combinar estas influencias históricas, con extensas lecturas antropológicas para crear los diferentes reinos y haciendo de nuestra propia historia universal, un detonador de un increíble producto literario y audiovisual. Los elementos religiosos de esta serie de libros se influencian del paganismo de oriente, así como del cristianismo románico y el medioevo en su época más sangrienta que todos conocemos como la Inquisición. Y es muy obvio ver cómo el mundo medieval, caballeresco y de mediados del siglo XI pueden ser representados en todo el contexto de la historia, sin dejar atrás las creencias romanas de los llamados “salvajes” que son separados de la luz de la civilización por un muro tal y como lo hizo el emperador Adriano en Britania en el siglo I después de la era común. Y como éste marcaba la frontera de Roma. Existen cientos de referencias más que podemos citar en esta columna para el deleite de aquellos que como yo, amamos la historia.

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Quisiera terminar con una referencia más de casa, más de mi propia cultura y tradición. Gabriel García Márquez y su realismo mágico plasma los acontecimientos más importantes de la historia de Colombia entre el final del siglo XIX y el inicio del siglo XX y es tan marcada la realidad en sus obras, que no es gratis que los protagonistas de “El Amor en los Tiempos del Cólera” sean sus propios padres o que “Cien Años de Soledad” describa la forma en que el mismo Gabo vivió y sintió a Colombia durante su niñez y juventud.

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Es por esto queridos lectores que son o quieren ser escritores, que esta Quijotada Literaria les da unos pequeños ejemplos de cómo la historia, sea cual fuere, es la mejor influencia que pueden tener para contar sus propias historias. Me despido diciéndoles que la mejor forma de cumplir nuestros sueños de escritores, es leyendo nuestra propia historia, valorando a nuestros propios héroes y asumiendo la responsabilidad de nuestra memoria colectiva. De allí saldrán los grandes libros del futuro. Abrazos a todos y sigan escribiendo…

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