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Quijotadas Literarias

DE ESCRITORES Y EDITORIALES...

Era por allá el año 1966 cuando un endeudado García Márquez mandaba por pedazos el manuscrito de "Cien Años de Soledad" a su editorial, porque la plata no le alcanzaba para enviarla completa. Mucho hay de mito sobre las editoriales que no la leyeron y la rechazaron, de otras que le pedían cambios y al final, Buenos Aires, la que es la casa de su servidor que les habla, fue la ciudad que vio nacer a la gran obra del siglo XX en las manos de la Editorial Suramericana. Después de pasar por los ojos de Vargas Llosa o Cortázar, aquella editorial le mandó un adelanto de dinero al gran Gabo, pidiéndole con urgencia mandar la segunda parte, porque todos estaban muertos de la ansiedad de saber qué pasaba en Macondo con los Buendía. A Gabo según su autobiografía “Vivir para contarla” (2002) le importaba más tener con que pagar los meses de renta atrasados y desempeñar el televisor y la plancha.

El escritor es la materia prima del negocio literario, la editorial es la encargada de llevar ese material y lanzarlo al mundo. Para la mente del escritor neonato, a veces le resulta difícil entender, cómo un proceso tan desnaturalizado que implica volver su obra un producto, puede ser correcto en términos artísticos. La respuesta es simple. El arte es trabajo también y de él se tiene que vivir y asimismo el sólo hecho de publicar te hace parte de esa maquinaria económica que de alguna manera es la causante de cumplir los sueños de muchos escritores.

En pleno siglo XXI el libro es el único artefacto que ha sobrevivido al desarrollo tecnológico. Los nuevos escritores se debaten entre la inversión de ver sus libros en las librerías o llegar a sus lectores por medio de blogs o páginas que dan gratis los contenidos que han sido donados por sus propios autores, para sentir que no se “vendieron” a la maquinaria comercial. Por mi parte soy radical al decir que escritor es el que publica, el que tiene sobre sus hombros la capacidad de hacer valer su trabajo en beneficios económicos, porque simplemente pensar que se hace arte por el arte, rompe con el ideal de crear para construir una vida, una trayectoria, una carrera y darle a su familia una vida mejor. Escribir es trabajo y ese trabajo debe ser pago.

Pensemos por un momento en los grandes maestros de cualquier expresión artística. Los renacentistas en su mayoría, si no todos, tenían mecenas. Personas que les daban un salario para que pudieran trabajar en sus talleres y proporcionaban pagos por encargo. Miguel Ángel, por ejemplo, recibió 2.990 ducados por pintar La Capilla Sixtina. Mozart componía cada ópera, misa de réquiem y presentación por valores astronómicos para la época. Y qué decir del Caravaggio que terminaba a los golpes cobrando por su trabajo o a los grandes escritores como Edgar Allan Poe, que trataban con timadores para acceder a sus ganancias al publicar sus cuentos. De ahí le digo a usted bloguero, escritor de libros digitales que no cobra una moneda, le pedimos que no se auto denomine escritor. El artista verdadero cobra su tiempo, materiales y esfuerzo.

 

Ahora vamos al tema que nos atañe: Lo bueno y lo malo de las editoriales. El negocio de editar es simple. Encontrar un autor, editar su libro, venderlo, cobrar la edición, manejar propiedad de derechos y darle al autor un porcentaje por su obra. Muchos argumentan que la usura es parte de su treta. Yo le veo el lado positivo. Las editoriales apuestan por los nuevos escritores, invierten, y usted si es bueno, va a recibir dinero cada año sin parar por un trabajo que hizo una vez en la vida. Esa perspectiva no la ven los nuevos “escritores” del mundo digital. Si usted escribe con la dedicación y el esfuerzo de escritor serio, va a publicar más y va a hacer más dinero cada vez. ¿Injusto? No lo creo.

La editorial tiene esa difícil tarea de aterrizar a los incautos, que su ego no les deja ver la verdadera calidad de su trabajo, brinda posibilidades de hacer de su obra un producto de consumo. (Qué horrible suena eso). Pues el arte entre el siglo XV a la actualidad es eso. Producto de consumo. Lo primero que se vendió en la historia fuera de los artículos de primera necesidad, fue una obra de arte, una canción, un libro. Es por esto que el escritor profesional sabe de la importancia de ser publicado. Sumémosle a todo esto, la posibilidad de estar apoyado y acompañado por otros profesionales como diseñadores gráficos que hacen las portadas y le aportan ese lado visual al libro, los editores que emplean su conocimiento para darle mayor calidad a su obra, los correctores que se encargan de ponerle orden al caos que resulta escribir con pasión y olvidar las reglas gramaticales y una que otra coma, tilde o punto.  Cabe aclarar que esto se mejora con la práctica, pero hasta Gabo dijo una vez, que sin los correctores él tendría que dedicarse a otra cosa por su pésima ortografía.

Obviamente la editorial al ser negocio se maneja a su manera, hay unas que hacen libros de manera irresponsable y en forma masiva. Como dicen en Argentina: “hacen pizzas”, éstas son en la mayoría de los casos, aquellas que le cobran al autor el costo total de la producción de su obra. En otro extremo están aquellas que viven con la ilusión de hacer un mundo mejor y exigen que su obra tenga todas las características de ser parte del movimiento “indie” y le piden una módica suma que se resume en pocos ejemplares y son vendidos en espacios donde es casi imposible tener un público masivo que los compre. Una buena editorial te cumple los sueños, te deja claro todo, te edita con amor, te promociona con ganas y no te promete el cielo y la tierra, pero si te hace iniciar un camino de éxito, si como equipo se equilibran las responsabilidades.

La fuerza del verdadero escritor está en no dejarse apabullar, hacer respetar su obra y sobresalir de tal manera, que sean sí mismos quienes salgan adelante acompañados por una empresa que los respete y valore. Ser estratega y negociante no les quita lo artista.

Esta Quijotada está escrita con esa intención: Decirles a los escritores que valoren su trabajo económicamente, que éste es un oficio y una profesión que exige sacrificio y un desarrollo continuo de contenidos si se quiere vivir de él. Que busquen una buena editorial que se acomode a sus expectativas. Que no hagan de su arte una moneda que se regala. Que cueste y les dé una vida mejor.  Nosotros vivimos de la literatura, las editoriales viven de nosotros. En ese caso búscate un socio, un amigo, un cómplice. Que eso sea la editorial para vos.

Después sólo queda esperar y seguir escribiendo. Porque ya es una peripecia escribir, fuera de eso escribir bien y después esperar que te compren. Vale la pena. Y si eres idealista, pues no te queda otra más que aprovecharte del sistema y ser feliz, en vez de desplazarte a los regalados digitales y quedar en el olvido. Si Gabo empeñó la plancha para poder ser Premio Nobel de Literatura, creo que las circunstancias hablan por sí solas.

Saludos en este nuevo año y nos vemos la próxima con otra Quijotada que tiene como tema uno de mis grandes amores: El Heavy Metal. Sigan escribiendo.

LA HISTORIA COMO INFLUENCIA DE LA FICCIÓN

(LA HISTORIA PARA LA LITERATURA 2)

Desde Aristóteles y la poética, se han construido una serie de pautas para la construcción de un buen relato. Desde el origen de las leyendas, mitos, o tradiciones orales que contemplan hechos, personajes, situaciones adversas y la lucha por superarlas; podemos entender de donde proviene el maravilloso arte de la literatura. Todo lo que la historia de la humanidad ha experimentado y registrado se ha convertido en la base de relatos fantásticos, que en nuestro caso abordan las grandes historias que leemos a diario. En la anterior columna hablamos de cómo la ficción podía ser una manera viable para complementar el estudio de la historia y cómo los hechos históricos eran usados por autores para contar específicamente la realidad por medio de elementos narrativos construidos, personajes ficticios que contemplan los hechos, y en otros casos, historias ficticias que se enmarcan en contextos reales y hechos verídicos. A esto le llamamos la “ficción histórica”.

 

En este caso haremos lo contrario: nos adentramos a las obras que han sido influenciadas por eventos históricos y cómo sus acontecimientos se representan en otros contextos y personajes, casi todos ellos fantásticos y repletos de magia y mundos ideales.

Quiero dar algunos ejemplos, todo con el fin de incentivar a aquellos nuevos escritores que sienten que la musa de la inspiración los abandona. La historia para mí como escritor, es una mina de ideas, una fuente inagotable de personajes, personalidades, peripecias y motivaciones que pueden ser transportadas a otros espacios y ser moldeadas a las necesidades de nuestras propias creaciones. 

Comencemos por el cómo hacerlo: los grandes autores de historias fantásticas han explicado que, sin sus experiencias de vida, trabajo académico y curiosidad intelectual, no habrían podido hacer sus obras. No me remitiré a los tiempos de la literatura clásica, donde la historia y la ficción están entremezcladas en grandes relatos como La Iliada y la Odisea, donde aún se debate que fue real y que no.

Voy a ir directamente a ejemplos que me han llenado de gozo al leerlos o verlos en otros medios como el cine y la televisión (de calidad) o incluso en los comics. 

 

Drácula del autor Bram Stocker (1897) es una historia universal que ha influido en millones de productos literarios, desde el mismo personaje narrado en las páginas del autor, hasta dramas adolescentes de vampiros enamorados e insufribles que venden millones de copias y merchandising para adolescentes. Sin embargo, la investigación de Stocker sobre la caída del imperio romano de oriente que varios siglos posteriores dieron origen al imperio otomano y a su necesidad de expandirse, produjo el nacimiento de la leyenda de un valiente y sanguinario príncipe: Vlad Tepes “El empalador” quien reinó por varios periodos el reino de Valaquia (actual Rumania) y defendió sus tierras de manera implacable a pesar de ser apresado en varias ocasiones, persistió en la lucha por la libertad de su pueblo. Su leyenda tuvo tintes macabros al adjudicársele miles de muertes por empalamiento y es fácil encontrar en la web aquel grabado del siglo XIII donde se le ve disfrutando de una cena al aire libre mientras centenares de sus enemigos se desangraban en agonía empalados en el mismo jardín donde disfrutaba de un espléndido corte de carne y una botella de vino.  Stocker al ver aquella imagen dedujo que el vino era sangre y que aquel sacrificio de almas eran producto de un hombre alcanzado por la tragedia quien había vendido su alma al diablo para poder encontrar el alma reencarnada de su amada esposa. Tepes murió bajo la espada de los Turcos en 1476 pero su nombre de pila Vlad Dracul Tepes, terminaría siendo parte de la cultura popular al convertirse en el personaje más temido en la cultura de occidente, llegando a tener referentes similares en otras culturas, descubiertos a partir del nacimiento de esta leyenda.

Yendo más cerca de nuestros días, podemos hablar de J.R. Tolkien, un hombre nacido en tierra sudafricana a finales del siglo XIX quien se interesó por la historia, la lingüística, la filología y la literatura. Su paso por las trincheras de la primera guerra mundial y el intenso estudio de las mitologías nórdicas, dio paso a empezar a concebir un universo complejo y estructurado en la diversidad racial. Fue crítico de la guerra en esencia sin diferenciar a quienes representaba cada bandera. Muchos han caído en el facilismo de comparar “El Señor de los Anillos” con la segunda guerra mundial, a sabiendas que aquellos estandartes de la libertad según Tolkien también se comportaban como Orcos. Hitler no era Sauron. El mal que combaten los hombres, elfos, enanos y demás criaturas de la luz en la inmensa mitología creada por "El Señor de los Anillos" nos representan a todos aquellos que somos víctimas de la locura de la guerra y a los guerreros que no tienen alternativa y no quieren entrar en batalla. Los personajes que Tolkien representa en esta increíble saga, son el reflejo de su trauma en las trincheras y la desazón de ver a la raza humana destruirse por ambición. Es por esto que los héroes reales son aquellos que viven en la tranquilidad de la comarca y se ven como niños a nuestros ojos. La lucha en el interior de Tolkien era la de la paz y la tolerancia en contra de la guerra y la ambición. Es importante recalcar que su trabajo como académico le permitió tomar imágenes y representaciones de los seres fantásticos de la tradición nórdica y transformarlos en sus personajes. La influencia del cantar de los nibelungos es muy importante en su obra, y esto le costó acusaciones de racismo y acercamiento a los Nazis debido a que estas mismas historias eran las que descabelladamente, Hitler usó como base mitológica para la locura desatada en Europa en la segunda guerra.  Siempre su obra será recordada como la lucha del bien y del mal. Y es esa búsqueda de encontrarle respuestas a la crueldad humana lo que le llevó a hacer al inocente Hobbit, al oscuro Señor de los Anillos y a dejar un legado mitológico en el Silmarillion y otros relatos de la tierra media, que con la misma premisa intenta buscar respuestas a sus propias preocupaciones y angustias.

El tercer ejemplo que quise poner a consideración de los lectores es sin duda el fenómeno más importante en lo que a literatura fantástica se refiere. La Canción de Hielo y Fuego, con su interminable emoción y giros dramáticos, podríamos analizarlo desde muchos aspectos. Para mí su cercanía con la realidad cruda del mundo en que vivimos es el mayor acierto. Todos mueren, no importa quienes somos, que representamos y cuan importantes e influyentes somos para nuestro entorno. No puedo alejarme de la idea de leer la muerte de Ned Stark y remitirme al asesinato de Kennedy. Personalmente esta saga refleja el verdadero sentido de la fragilidad humana y asimismo la capacidad de enfrentarse a la adversidad.

Desde las influencias históricas está más que comprobado que la lucha entre los Lannister y los Stark está basada en un periodo sangriento de la historia del imperio británico llamado “ La Guerra de las Dos Rosas” donde dos familias: Lancaster y York se enfrascaron en una guerra civil en el siglo XV la cual trajo casi 50 años de guerra entre terratenientes y nobles de las de casas, donde la ambición de los hijos de la casa de Plantagent trajo desolación y muerte hasta el tratado de paz que dejó a la casa de Tudor, descendiente de la unión  de Enrique VII descendiente de la familia Lancaster e Isabel de York, con el poder y así darle un final a este conflicto que dejó innumerables historias y personajes que nuestro querido George R. R. Martin y su amplio despliegue investigativo al combinar estas influencias históricas, con extensas lecturas antropológicas para crear los diferentes reinos y haciendo de nuestra propia historia universal, un detonador de un increíble producto literario y audiovisual. Los elementos religiosos de esta serie de libros se influencian del paganismo de oriente, así como del cristianismo románico y el medioevo en su época más sangrienta que todos conocemos como la Inquisición. Y es muy obvio ver cómo el mundo medieval, caballeresco y de mediados del siglo XI pueden ser representados en todo el contexto de la historia, sin dejar atrás las creencias romanas de los llamados “salvajes” que son separados de la luz de la civilización por un muro tal y como lo hizo el emperador Adriano en Britania en el siglo I después de la era común. Y como éste marcaba la frontera de Roma. Existen cientos de referencias más que podemos citar en esta columna para el deleite de aquellos que como yo, amamos la historia.

Quisiera terminar con una referencia más de casa, más de mi propia cultura y tradición. Gabriel García Márquez y su realismo mágico plasma los acontecimientos más importantes de la historia de Colombia entre el final del siglo XIX y el inicio del siglo XX y es tan marcada la realidad en sus obras, que no es gratis que los protagonistas de “El Amor en los Tiempos del Cólera” sean sus propios padres o que “Cien Años de Soledad” describa la forma en que el mismo Gabo vivió y sintió a Colombia durante su niñez y juventud.

Es por esto queridos lectores que son o quieren ser escritores, que esta Quijotada Literaria les da unos pequeños ejemplos de cómo la historia, sea cual fuere, es la mejor influencia que pueden tener para contar sus propias historias. Me despido diciéndoles que la mejor forma de cumplir nuestros sueños de escritores, es leyendo nuestra propia historia, valorando a nuestros propios héroes y asumiendo la responsabilidad de nuestra memoria colectiva. De allí saldrán los grandes libros del futuro. Abrazos a todos y sigan escribiendo…

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